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Aún era chico cuando Pablo de Madalengoitia gritaba "Lo que vale el saber" en la televisión y el nervioso concursante respondía, entre silabeos, correctamente a la pregunta planteada. Hasta
hace 10 años (o un poquito más) disfrutaba de los crucigramas de un diario limeño cuyas acepciones, aunque no eran tan exigentes como los del "Comercio", si podían poner a prueba una mediana preparación
cultural y podía despejarse uno la mente con historietas con decente picardía. Y si de buen humor se trataba, gustaba de leer a Sofocleto en cualquiera de sus facetas, aún cuando sus historias ya tuvieran 20 años de
publicadas. Hasta hace poco, los periódicos ofrecían las noticias en forma clara y veraz. Hoy, el mismo diario que eventualmente gustaba de leer, trae noticias mediocres intentando hacer un escándalo de cualquier
perogrullada. Claro, no es el único, casi todos lo hacen. Y deglutir ese alimento cultural es como comer una tuna sin pelarla. No sé quién fue el mágnanimo autor que impuso siguiente la receta para vender periódicos:
- Una Mujer (de preferencia, voluptuosa, sumamente carnosa y descocada vedette) semi o completamente desnuda en la portada, muy grande y a todo color.
- La peor jerga que se pueda encontrar para escribir los encabezados. Si no hay palabrotas conocidas, se inventan para así incorporar a la ignorancia popular una estupidez más.
- Mucha, pero mucha sangre en las fotos de las páginas policiales, las cuales deben tener especial prioridad.
- La redacción no importa, escribir cualquier barrabasada con el objetivo de llenar el espacio y decirle calquier cosa al lector, pues de la noticia ya se enteró al leer el titular.
...O aquél que dijo que para ganar adeptos en los programas televisivos hay que llenar la pantalla con programas intrascendentes con increíbles debates que no tienen nada que ver con nada, excepto con el chisme
barato de lo que le pasa a la gente y que a nadie le importa en la realidad. Escribir guiones llenos de groserías y sketchs mórbidos en los programas cómicos, como si esto fuera el heróico logro social de llevar al
público la realidad de su pueblo. Poner programas de concurso donde, lejos de incentivar el cerebro a la gente, simplemente la contentan con juegos que todos saben y cuya diferencia es el color del panel y la cara de
los animadores entre programa y programa. ¿Cuál es la premisa de venta? ¿Cuál es el factor de aceptación?. Según, un principio de mercado (resumido y abreviado): "Dale a la gente lo quiere ver, leer y oir".
Pero... ¿Estamos totalmente seguros de que lo que la gente quiere ver, oir y leer son semi-pornografía, malcriadeces, sandeces, léxico barato, chismes, adivinanzas de bajo costo intelectual, chanzas groseras, sangre
fresca y seca en alta resolución fotográfica y escándalos con tintes amarillos? ¿O es que, como le resultó el experimento a alguien de ofrecer basura con pingües ganacias inesperadas; todos los comunicadores debemos
seguir el ejemplo, con el claro objetivo de obtener dividendos sin menoscabo de nada?. Cambiemos un poco la premisa para entender mejor las cosas: "A la gente hay que darle lo que quiere... siempre y cuando
previamente le hayamos ofrecido lo que realmente necesita". Yo no estoy en contra de una comunicación más informal, liberal y acorde a la idiosincracia peruana, tampoco a la libertad de expresión de la prensa.
Pero una cosa es "Libertad de Prensa" y otra "Libertinaje de Prensa". Una cosa es "Información y entretenimiento" y otra "Chisme y chabacanería". No es malo mostrar una fémina
semidesnuda en un diario; siempre y cuando sea en la página respectiva y con el criterio adecuado. Si no se dieron cuenta, las mujeres merecen un respeto y los niños un ejemplo. Tampoco es malo tener un programa de
entretenimiento con vedettes; siempre y cuando no se les muestre como juguetes sexuales fofos. Tampoco es malo un programa cómico con guiones desenfadados; siempre y cuando no se caiga en el absurdo y la incultura.
Mucho menos es posible decir que es malo llevar al público un programa de concursos con juegos que incentiven el razonar o con preguntas que, sin ser sacadas de un libro de texto escolar, lleven aspectos
constructivos a la gente. Los programas de debate y denuncia pueden ser todo lo crudos que se desee, siempre y cuando el programa ofrezca conclusiones y haga reflexionar constructivamente a la gente hablando de temas
que realmente sean de interés general. Seguramente alguien está pensando que la gente (la masa popular) no está en el nivel de apreciar una información y un tipo de entretenimiento más elevado. En otras palabras: La
masa es inculta. En realidad, la masa no es inculta, sino que la estamos volviendo así. Tal vez deba parametrarse a la prensa y la televisión en función de exigirles lo que realmente deben hacer: "Informar,
enseñar y entretener". ...¿Parametrar?... ¡Sí!, porque de otra forma, en lugar de ser "Prensa" van a terminar convirtiéndose en "Criadores de asnos". Si los comunicadores peruanos
decidieran al unísono dar a la gente lo que realmente necesita de un periódico y/o de un programa televisivo, pasaría lo siguiente:
- El rating televisivo bajaría estrepitosamente y los diarios se venderían menos.
- Lo anterior puede frenarse y recuperarse un poco si se ofrece un buen diseño o una atractiva escenografía.
- La gente tomará el control remoto de su televisor y cuando no encuentre lo que está acostumbrada a ver, se quedará con lo mejor que halle. O, comprará el diario que más le convenza según la cantidad de noticias.
Poco a poco el rating crecerá nuevamente con un nuevo nivel.
- Finalmente, la gente se acostumbrará a ver, leer y oir cultura sana y (esto depende de los comunicadores mismos) entretenida.
- Como añadidura, la masa popular tendrá una mejor preparación, estará mejor informada, será capaz de opinar y discernir adecuadamente, por lo tanto, podrá elegir a las autoridades adecuadas, en lugar de tener que
votar por el mejor parlanchín al que luego criticará y negará su confianza.
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